Figura humana dibujada de acuerdo a manchas previas
1. Un  breve repertorio de signos.
 
Los elementos básicos del lenguaje del dibujo son: puntos, líneas y manchas. Si  nos detenemos frente a alguna de  las más antiguas imágenes creadas por el hombre, como las de las cavernas de Lascaux o de Altamira,  allí  encontramos reunidos tales elementos, aplicados de una vez; sin que ningún nuevo elemento gráfico haya sido añadido desde entonces al acto de dibujar. Puntos, líneas y manchas, se sitúan como eslabones significantes entre la percepción de una cosa y las posibilidades materiales de reproducirla.
Un dibujo es un sistema de signos vinculados a una mirada. 
  La línea es resultado  del reconocimiento de contornos y detalles, Refleja un determinado punto de vista.  Si su origen se sitúa en la intuición de la forma y el espacio, ha devenido racional al vincularse con la matemática y la geometría. La línea es trazado arquitectónico, idea, construcción, saber, exactitud.  En tanto  creación humana, la línea es signo de otra cosa. Su capacidad de transmitir contenidos  la inscribe como forma de lenguaje en un entorno de comunicación.  Su factura  está dirigida a otro.  Nada son unas líneas hasta que no aparece la facultad de asignarles un sentido.
La mancha es anterior a la línea en la percepción. Es previa a la racionalidad de la línea que reconoce y define. La identificamos con las sombras, con el misterio. Una mancha sobre el hombro  se adelanta a la  imagen comprensible de alguna cosa, por eso nos asusta. Transmite los efectos de la luz tanto como la sensación de peso. Tal vez  deba su reputación siniestra a su facultad de  aludir a lo indeterminado. En el lenguaje de la metáfora, que es  todo el lenguaje, mancha equivale a decir suciedad,  error,  vicios y  defectos. Produce cierto rechazo del que no está ausente un toque de histeria.
En el acto de ver una cosa, la mirada recorre las distintas formas de relación sobre la superficie de un objeto: color, tamaño, peso, ajustes, direcciones, proporciones. Tales trayectorias pueden  seguirse, tal y como se hace en el teatro o la danza, de manera gestual, mediante el juego de  la mímica,  para transmitir  a unos espectadores una imagen que éstos deben identificar. Un  juego idéntico que convierte una forma contemplada en  movimientos corporales, puede jugarse con un pincel, tinta y papel frente a un modelo.  Hay algo más que un parentesco lingüístico entre los términos mímesis y mímica. Las dos aluden a la imitación; la mímesis a cierto tipo de intención o de resultado en una obra, y la mímica,  a la producción de gestos y señales que lleven a la identificación de un objeto ausente. 
El dibujo vincula mancha y gestualidad a varios niveles. 
• Mímica-gestual. Como interpretación corporal de lo percibido, al modo de correspondencia entre movimiento de pintar  y objeto referente. 
• Subjetiva. Es  rastro visible de la  emoción de un ser humano.
• Semiótica. Como acto de simbolización dirigido a Otro. 
2. Manchar con entusiasmo.
Los ejercicios de dibujo  mediante el uso previo de manchas,  admiten variaciones de acuerdo a los materiales que se empleen. Su objetivo es generar, mediante la aplicación de la intuición y la gestualidad, formas estructurales para un dibujo de boceto; válido como instrumento de comunicación, que a la vez sirva si es el caso, de paso intermedio hacia un dibujo mas detallado, y que en general, como procedimiento, pueda ser aplicado a cualquier tipo de motivos además de la figura humana.
1. Trabajar en tiempos breves, empleando un pincel burdo del ancho de un dedo y tinta china negra sobre papel. Se trata de producir una imagen del modelo que no sea  la de su contorno, sino la de su superficie; procurando expresar, mediante los efectos de la pincelada, el movimiento y las fuerzas que se imaginan actuando en el modelo.
2. Emplear  pincel y dos tonalidades contrastantes de tinta. Con la más clara   se pinta de manera mímica-gestual, una base  que interpreta la figura en términos de superficie. Con la más oscura se hace énfasis en el acento proporcionado por las sombras, sin reiterar las pinceladas.
3. Sobre una mancha de tonalidad clara, efectuada en las condiciones anteriores, dibujar los contornos del modelo con tiza de carbón. Permitir  que la línea flote libremente sobre la mancha sin tratar de encasillarla.
4. Con vinilo blanco y pincel sobre cartulina negra, se hace énfasis de manera gestual sobre el dibujo de  las luces que iluminan el modelo, variando el grosor de los trazos y dejando en “silencio” las áreas de sombra.
5. Con los mismos materiales,  utilizar la técnica de pincel seco para crear una base nebulosa, que ligue las trayectorias direccionales del modelo, sobre la cual, en el segundo tiempo del ejercicio, se emplea blanco puro en el lugar de las luces.
6. Lápices de color *amarillo ocre, *naranja, *púrpura o rojo toscano y *violeta azulado. Sobre una base  de amarillo ocre, elaborada de manera gestual y que interpreta la superficie del modelo, añadir el naranja dejando libres las luces. Las sombras  y las líneas de contorno se especifican a partir del trabajo con el rojo y el violeta.
3. Dibujar es danzar el objeto. 
La principal dificultad  que enfrenta el estudiante al dibujar la figura humana se deriva de proceder por la suma de partes o detalles, típica de un modelo de comprensión racional que desmenuza los objetos y da como resultado imágenes que tienden a ser desarticuladas y desproporcionadas en función de la importancia que se concede a cada división lingüística del cuerpo: cabeza, manos, piernas etc. En este sentido nuestra comprensión del cuerpo difiere poco  del modo como comprendemos un automóvil, pero el cuerpo de alguien que se mueve y actúa es más que la suma de sus partes.  
Los ejercicios a partir de manchas gestuales devuelven el dibujo a un principio de comprensión intuitivo. De alguna manera nos convertimos en aquello que miramos. Sin pensarlo demasiado, después de cierta práctica, en la mancha realizada con el gesto de imitar la posición del modelo, capturamos  sus relaciones principales. El dibujante debe ejecutar sobre una superficie (y con  la ayuda de un instrumento que registre la trayectoria  coincidente de la mirada, el objeto y el gesto), cierto tipo de movimientos identificados aquí  con la mímica o la danza, que traduzcan la extensión, direcciones y fuerzas de éste objeto en el espacio. Al efectuar tal operación mediante la línea,  vacila y pide auxilio a sus facultades racionales; al manchar hay mayor ausencia de parámetros, lo que en realidad permite integrar mejor  y de modo intuitivo, el ajuste de elementos de una forma. Por eso resulta más fácil dibujar sobre una mancha previa.
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Dario Villegas. 2007.
La infancia ardió en goce -
Hace 11 años
 

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